Al avec fui el año pasado, y aunque cené muy bien no me quedé con ganas de repetir. A pesar de eso, Blackbird es un concepto distinto de restaurante y también tiene mucha fama, por lo que cuando estaban mis padres nos animamos a probarlo.
Es más caro, menos casual y bastante más fancy. Tiene la ventaja de que, al contrario que en avec, sí que reservan, algo casi imprescindible en este país sobretodo cuando se trata de ir a cenar en fin de semana.
La comida buenísima. Sigue la tendencia de esta comida fusión que ahora está de moda y tienen un pescado delicioso además de un postre que era como un roca de chocolate ¡irresistible! Sin embargo cuando nosotros fuimos el servicio dejó mucho que desear, y algo que no nos gustó nada fueron las mesas ¡tan juntas! Este concepto de aprovechar hasta el último hueco de un local está muy de moda pero a mí no convence nada, sobretodo a partir de un precio....
Eso sí, es un sitio muy trendy y animado del que oiréis hablar seguro si venís a Chicago, así que una vez más ¡me encantó conocerlo!